Hubo una vez en la que estuve a punto de morir, y por extraño que pueda parecer, no fue a manos de un hincha del Eintracht de Frankfurt.
La sensación que toda la simbología y estética del Eintracht Frankfurt producen al visitante ignorante es la de haber llegado al Congreso Internacional de Ultras Sur: negro como color predominante, águilas imperiales y letras germánicas. Tachar a esta afición de neonazi o similar es evidentemente una injusta generalización basada en la ignorancia, pero uno no va a la capital del crimen en Alemania sin una buena dosis de prejuicios. ¡Qué se puede esperar de una ciudad llena de banqueros!
En el polideportivo Villa Rosa , en el lado más cercano a París de la M-30 madrileña, los banqueros llevan camisa de manga corta. En uno de esos campos de tierra y Mikasa bianconero tuve un mal choque saliendo a por un balón, perdí el conocimiento y deje de respirar. Al final no pasó a mayores, aunque menuda nochecita pasé en el Marañon. Eso sí, siempre es recomendable rodearse de amigos en el equipo de Fútbol 7 por si en algún momento necesitas que te hagan el boca a boca, no vaya a ser que encima acabes guardándole rencor por el morreo al que te salvó la vida.
Aunque las experiencias verdaderamente traumáticas y que a uno lo dejan marcado de por vida, como son los partos, es mejor vivirlas en soledad. Se trata de una soledad compartida entre todos los hombres que estuvieron en ese paritorio, que vimos lo que vimos y oímos lo que oímos,y sobre lo que guardamos y guardaremos un absoluto silencio el resto de nuestras vidas. Aciertan los que dicen que es una experiencia que te cambia la vida: es sin duda nuestro particular remonte del río Nung tras la pista del Coronel Kurtz ("...el horror..."), la antigua mili en versión estado del bienestar.
En la isla de Norderney en la costa noroeste de Alemania es donde los alemanes tienen su particular Tarifa: vientos permanentes, playas extensas y chiringuitos cool donde ver puestas de sol con música ibicenca. Aunque si te descuidas un poco se te pasan los tres minutos semanales en los que te puedes quitar el chubasquero y el gorro. Es decir, que tiendes a pasar bastante tiempo de tus vacaciones "playeras" metido en casa con los hijos. Uno jamás piensa en lo tranquila y ordenada que es su vida en el puesto de trabajo en una oficina comparado con tener que entretener a un niño de cuatro años, y encima cobrando. Escaparme a ver un partido de fútbol a Hannover ferry, tren y hotel mediante, era la consecuencia lógica.
Cuentan los alemanes que el hochdeutsch, o alemán estándar, es el que se habla en Hannover. Uno llega a la ciudad y le reciben estatuas ecuestres de antiguos grandes príncipes que conformaron una de las familias reales más importantes de Europa, pero me pregunto qué tal era la vocalización estilo hochdeutsch de Ernst de Hannover (actual cabeza de la familia) la víspera de la boda del príncipe Felipe deambulando por la Gran Vía madrileña: "Hallo! Meine Name ist Ernst. Ein Bier bitte". Aunque dudo de que acostumbre a pedir las cosas por favor, seguramente lo haría, y de rodillas, si se tratara de la sabrosísima Hannöversche sin filtrar que servían en un tenderete en una plaza del casco viejo:
Es probable que Ernst no hable hochdeutsch en la intimidad, y mucho más que no asistiera a los partos de sus hijos; que para él Villa Rosa sea el nombre del puticlub de Montecarlo donde se escapa de Carolina; que lo más parecido a un Mikasa que haya visto sea el trasero de una brasileña que conoció en Salvador de Bahía, y que en su vida vaya a pasar por Norderney porque la Playa de los Alemanes de Tarifa en realidad debería llamarse "del alemán" por ser propiedad privada suya. Pero aquel domingo que pasé en Hannover, me acordé de él reinando por Madrid.
FINAL DE TEMPORADA
Tras una primera vuelta excelente terminando con 21 puntos, el Fortuna de Düsseldorf sólo fue capaz de conseguir 9 puntos en la segunda y acabó descendiendo en el último segundo de la última jornada.
3 puntos de los últimos 33 jugados: se me ocurren pocas cosas más difíciles de conseguir. 13 partidos perdidos por la mínima, algunos de forma lamentable. La entrada en barrena de las últimas cuatro jornadas fue igual a cuando se te caen cinco euros en el váter y tras tirar de la cadena los ves desaparecer: lento e inexorable, sabedor de que ningún colega vendrá a meter la mano por ti.
Nunca había vivido un descenso. Lo que pasé en Hannover esa tarde dificilmente lo olvidaré. Consciente de nuestra total impotencia, pendientes de los resultados de otros estadios, con el Dortmund ganando la mayor parte del partido, el Hoffenheim que le da la vuelta y el pánico que se desata. Gente llorando, otros tantos enfrentándose a seguidores del Hannover al otro lado de la fina verja. Vasos de cerveza volando, bengalas que se encienden, final del partido y desesperación. Jugadores cabizbajos que se acercan al córner donde nos ubicamos los 4000 que nos habíamos desplazado Todavía queda partido en Dortmund, y estoy siguiendo el resultado por la app del móvil y un alemán con un pinganillo. El alemán dice TOOOOR del Borussia, la euforia se desata, gritos de "Fortuna Fortuna", yo no termino de creerlo y compruebo que la app del móvil lo confirma: 2-2 y el Fortuna salvado (a la promoción). De repente el silencio otra vez. Le pregunto a una mujer bastante pasada de kilogramos si ha terminado el partido ya, y me pega cuatro gritos de los que sólo consigo entender "vorbei" (se acabó),"abgestiegen" (descendidos) y "du arschloch" (gilipollas). Miro la app y ha cambiado de nuevo a 1-2.
Se acabó.
A los tres días empezaron a salir los trapos sucios: el entrenador no se hablaba con varios jugadores, una pelea a puñetazo limpio entre otros dos jugadores, otros que ya tenían contratos firmados con otros clubes de primera para el año siguiente. Y las piezas empiezan a encajar solas.
Nos vemos la temporada que viene.
En el polideportivo Villa Rosa , en el lado más cercano a París de la M-30 madrileña, los banqueros llevan camisa de manga corta. En uno de esos campos de tierra y Mikasa bianconero tuve un mal choque saliendo a por un balón, perdí el conocimiento y deje de respirar. Al final no pasó a mayores, aunque menuda nochecita pasé en el Marañon. Eso sí, siempre es recomendable rodearse de amigos en el equipo de Fútbol 7 por si en algún momento necesitas que te hagan el boca a boca, no vaya a ser que encima acabes guardándole rencor por el morreo al que te salvó la vida.
Aunque las experiencias verdaderamente traumáticas y que a uno lo dejan marcado de por vida, como son los partos, es mejor vivirlas en soledad. Se trata de una soledad compartida entre todos los hombres que estuvieron en ese paritorio, que vimos lo que vimos y oímos lo que oímos,y sobre lo que guardamos y guardaremos un absoluto silencio el resto de nuestras vidas. Aciertan los que dicen que es una experiencia que te cambia la vida: es sin duda nuestro particular remonte del río Nung tras la pista del Coronel Kurtz ("...el horror..."), la antigua mili en versión estado del bienestar.
En la isla de Norderney en la costa noroeste de Alemania es donde los alemanes tienen su particular Tarifa: vientos permanentes, playas extensas y chiringuitos cool donde ver puestas de sol con música ibicenca. Aunque si te descuidas un poco se te pasan los tres minutos semanales en los que te puedes quitar el chubasquero y el gorro. Es decir, que tiendes a pasar bastante tiempo de tus vacaciones "playeras" metido en casa con los hijos. Uno jamás piensa en lo tranquila y ordenada que es su vida en el puesto de trabajo en una oficina comparado con tener que entretener a un niño de cuatro años, y encima cobrando. Escaparme a ver un partido de fútbol a Hannover ferry, tren y hotel mediante, era la consecuencia lógica.
Cuentan los alemanes que el hochdeutsch, o alemán estándar, es el que se habla en Hannover. Uno llega a la ciudad y le reciben estatuas ecuestres de antiguos grandes príncipes que conformaron una de las familias reales más importantes de Europa, pero me pregunto qué tal era la vocalización estilo hochdeutsch de Ernst de Hannover (actual cabeza de la familia) la víspera de la boda del príncipe Felipe deambulando por la Gran Vía madrileña: "Hallo! Meine Name ist Ernst. Ein Bier bitte". Aunque dudo de que acostumbre a pedir las cosas por favor, seguramente lo haría, y de rodillas, si se tratara de la sabrosísima Hannöversche sin filtrar que servían en un tenderete en una plaza del casco viejo:
Es probable que Ernst no hable hochdeutsch en la intimidad, y mucho más que no asistiera a los partos de sus hijos; que para él Villa Rosa sea el nombre del puticlub de Montecarlo donde se escapa de Carolina; que lo más parecido a un Mikasa que haya visto sea el trasero de una brasileña que conoció en Salvador de Bahía, y que en su vida vaya a pasar por Norderney porque la Playa de los Alemanes de Tarifa en realidad debería llamarse "del alemán" por ser propiedad privada suya. Pero aquel domingo que pasé en Hannover, me acordé de él reinando por Madrid.
FINAL DE TEMPORADA
Tras una primera vuelta excelente terminando con 21 puntos, el Fortuna de Düsseldorf sólo fue capaz de conseguir 9 puntos en la segunda y acabó descendiendo en el último segundo de la última jornada.
3 puntos de los últimos 33 jugados: se me ocurren pocas cosas más difíciles de conseguir. 13 partidos perdidos por la mínima, algunos de forma lamentable. La entrada en barrena de las últimas cuatro jornadas fue igual a cuando se te caen cinco euros en el váter y tras tirar de la cadena los ves desaparecer: lento e inexorable, sabedor de que ningún colega vendrá a meter la mano por ti.
Nunca había vivido un descenso. Lo que pasé en Hannover esa tarde dificilmente lo olvidaré. Consciente de nuestra total impotencia, pendientes de los resultados de otros estadios, con el Dortmund ganando la mayor parte del partido, el Hoffenheim que le da la vuelta y el pánico que se desata. Gente llorando, otros tantos enfrentándose a seguidores del Hannover al otro lado de la fina verja. Vasos de cerveza volando, bengalas que se encienden, final del partido y desesperación. Jugadores cabizbajos que se acercan al córner donde nos ubicamos los 4000 que nos habíamos desplazado Todavía queda partido en Dortmund, y estoy siguiendo el resultado por la app del móvil y un alemán con un pinganillo. El alemán dice TOOOOR del Borussia, la euforia se desata, gritos de "Fortuna Fortuna", yo no termino de creerlo y compruebo que la app del móvil lo confirma: 2-2 y el Fortuna salvado (a la promoción). De repente el silencio otra vez. Le pregunto a una mujer bastante pasada de kilogramos si ha terminado el partido ya, y me pega cuatro gritos de los que sólo consigo entender "vorbei" (se acabó),"abgestiegen" (descendidos) y "du arschloch" (gilipollas). Miro la app y ha cambiado de nuevo a 1-2.
Se acabó.
A los tres días empezaron a salir los trapos sucios: el entrenador no se hablaba con varios jugadores, una pelea a puñetazo limpio entre otros dos jugadores, otros que ya tenían contratos firmados con otros clubes de primera para el año siguiente. Y las piezas empiezan a encajar solas.
¿Y AHORA QUÉ?
Tras un año duro escapando de mis responsabilidades para
con mi recién nacida los fines de semana, le prometí a mi señora que la temporada que viene esto se había
acabado. Yo contaba con que seguiríamos en primera y que no habría novedades en
las ciudades y cervezas, pero con el descenso el panorama cambia completamente:
- habrá cuatro derbis
en Renania del Norte: Colonia, Bochum, Paderborn y Bielefeld, con
trayecto corto y fácil
- mantenemos las
grandes ciudades: Hamburgo (Sankt Pauli), Múnich (1860 Munchen) y Fráncfort
(FSV)
- y añadimos cuatro ciudades/equipos muy atractivos:
Union Berlin, Dynamo Dresden, Kaiserslautern y Karlsruhe
Efectivamente, además
del abono normal, renové hace dos semanas mi abono para los partidos de
fuera.
Creo que mi mujer,
cuando se entere, lo entenderá.
LOS FEROS
A la manera del
inigualable Sid Lowe en el Guardian, voy a dar mis premios de fin de temporada,
los Feros:
Mejor Estadio
Los habituales ya
sabrán que no soy muy seguidor de los grandes estadios modernos como el Allianz
Arena y el Westfalenstadion. El Niedersachsenstadion de Hannover, al que se
puede ir andando desde la estación central atravesando el centro histórico, es
fantástico para ver un partido y el Waldstadion de Fráncfort, excavado en lo
alto de una colina en medio de un bosque, es sencillamente espectacular.
Pero debo quedarme con
el Weserstadion de Bremen, con los alrededores embarrados y recluidos en el gallinero para
el partido con las vigas de la cubierta tapándonos la visión, es uno de los
bastiones que aguantan contra el fútbol moderno.
Mejor Cerveza en
botella
La Alt dusseldorfiana
en botella pierde bastante, así que me inclino por la Augustiner Hofbräu de
Múnich, pero, siempre dispuesto a blasfemar, debo decir que mi botella favorita
es la danesa Carlsberg y en su defecto la Budweiser checa.
Mejor Cerveza de
barril
Hubo varias rubias sin
filtrar en Múnich que me parecieron excelentes, pero debido a mi temprano
estado de mi embriaguez apenas las recuerdo. Cualquiera de las Alt artesanas de
Düsseldorf es excelente, pero me voy a quedar con la Hännoversche de Ernst
August que mencioné antes, y que al parecer tienen la fábrica
con restaurante abierta al público.
Mejor ciudad
Mis visitas siempre
han sido breves, y pocas veces he tenido la oportunidad de disfrutar de la vida
nocturna de los sitios donde estuve. Memorables fueron las estancias en
Augsburgo y Múnich, y trasno haber podido viajar a Hamburgo, me quedo con
Bremen: una ciudad preciosa con un ambiente fantástico.
Mejor desplazamiento
Creo que mis 26 horas non-stop a Munich todavía me están pasando factura. La salida de Düsseldorf a las 5:00 para 6 horas de viaje; el cerveceo de urgencia, el partido imponente, la cena exagerada, bebiendo por gula, y el tren de retorno a las 3:00, entrando en casa para el desayuno. Demasiado.
Mejor afición contraria
No negaré que plantarse frente a la Südtribune del Signal Iduna Park de Dortmund es ciertamente impresionante, más si se las 20.000 almas están en plena coreografía. Bastante gritones resultaron los hinchas del Kickers Offenbach de tercera división y al borde de la desaparición, que tuvieron el honor de mandarnos a casa en cuartos de final de la copa, en la que fue una de las peores experiencias del año. Algo decepcionantes fueron los del Werder Bremen, y muy felices los del Bayern. Algo mejorados desde mi última visita los (pocos) del Bayer Leverkusen, sin duda por el buen hacer de Carvajal y Kiessling. Pero como bien decía antes, la torcida del Eintracht Frankfurt merece un capítulo aparte, si ya asustan fuera del campo, dentro acongojan aún más. El volumén, la agresividad y la sincronía en todo el fondo de las coreografías fue sin duda la mejor que ví. Fue al oirles gritarnos eso de "absteiger, absteiger" (descendidos, descendidos) cuando me empezaron a temblar las rodillas y convencerme de que íbamos a bajar.
Mejor desplazamiento
Creo que mis 26 horas non-stop a Munich todavía me están pasando factura. La salida de Düsseldorf a las 5:00 para 6 horas de viaje; el cerveceo de urgencia, el partido imponente, la cena exagerada, bebiendo por gula, y el tren de retorno a las 3:00, entrando en casa para el desayuno. Demasiado.
Mejor afición contraria
No negaré que plantarse frente a la Südtribune del Signal Iduna Park de Dortmund es ciertamente impresionante, más si se las 20.000 almas están en plena coreografía. Bastante gritones resultaron los hinchas del Kickers Offenbach de tercera división y al borde de la desaparición, que tuvieron el honor de mandarnos a casa en cuartos de final de la copa, en la que fue una de las peores experiencias del año. Algo decepcionantes fueron los del Werder Bremen, y muy felices los del Bayern. Algo mejorados desde mi última visita los (pocos) del Bayer Leverkusen, sin duda por el buen hacer de Carvajal y Kiessling. Pero como bien decía antes, la torcida del Eintracht Frankfurt merece un capítulo aparte, si ya asustan fuera del campo, dentro acongojan aún más. El volumén, la agresividad y la sincronía en todo el fondo de las coreografías fue sin duda la mejor que ví. Fue al oirles gritarnos eso de "absteiger, absteiger" (descendidos, descendidos) cuando me empezaron a temblar las rodillas y convencerme de que íbamos a bajar.
Blasfemia en toda regla. La Augustiner supera a todas a mi humilde entender
ResponderEliminarSí, supongo que tan sólo soy una víctima más de las multinacionales cerveceras. Pero es que me gustan con más cuerpo, qué le voy a hacer.
EliminarCon perdon, yo creo que para superar a la Carlsberg, y si me apuran tambien a la Budweiser checa (de la yanky ya ni hablo ) basta una Ürige, Schumacher, Schlüsel o Füchschen bastante caducadas. Jajaja. Pero estoy de acuerdo contigo, la Alt en botella pierde un monton con relacion a la Alt de barril tomada en el Brauhaus. Pero creo que pasa igual con todas las cervezas de fermentacion alta. A mi la Kölsch en botella casi me produce escalofrios (bueno, no tanto ) sin Embargo, en los locales de Colonia la encuentro diferente. Bueno, va, salud.
ResponderEliminarEs así. Tal vez sea por eso por lo que no comercializan mucho en botella, y fuera del área de influencia casi no se encuentran en otra parte.
EliminarGracias por el comentario.