Al ser viernes noche no había mucho tiempo para calentar tras la oficina. La reunión se hizo en el habitual punto de encuentro de un grupo de gente que lleva yendo cinco años a los partidos juntos: el bar irlandés Fatty's, en el casco viejo. Por fin se acabaron las sanciones, y por primera vez en liga se iba a poder llenar el campo. Y se llenó. Salvo una butaca: la mía.